Por: Diana Carolina Martínez Torres
Consultora en Innovación 
Corporación MAVI

En una sociedad en la que las necesidades son cada vez más complejas y los requerimientos muy específicos, las empresas están en la responsabilidad y el arduo compromiso de atender las nuevas dinámicas del mercado, acortando con mayor rapidez el ciclo de lanzamiento de nuevos productos y/o procesos. En este sentido, la innovación deja de ser producto del azar o de actuaciones puntuales, para convertirse en un proceso estratégico en las organizaciones, que por su carácter complejo, debe contar con la participación activa de un equipo de trabajo con amplio pensamiento creativo, que será artífice de los procesos de generación de ideas y conocimiento.

De acuerdo con María Teresa Esquivias Serrano, a partir de los aportes de Wertheimer con el Pensamiento Productivo (Productive Thinking) por primera vez se utiliza el término de “creatividad” como sinónimo de “productividad”, y surge el estudio de la creatividad como “pensamiento creativo”.

El pensamiento creativo se asocia al desarrollo de nuevas ideas o conceptos, y puntualmente, a la habilidad de configurar combinaciones de ideas que permitan resolver un problema que demanda el mercado. Así, según Pilar Almanza Martínez cuando surgen nuevos o viejos problemas que no podemos resolver con las respuestas conocidas, se pone de manifiesto la necesidad de pensar de una manera distinta, de reinventar, de redefinir, de crear soluciones novedosas y originales, recurriendo al pensamiento creativo.

Janet Luongo, en su libro “365 Daily Affirmations for creativity” plantea que el ser humano es responsable de sus experiencias, y por tanto, tiene el control sobre lo que piensa, las imágenes que visualiza y las acciones que realiza, por ello, partiendo de la teoría del pensamiento creativo, recopila y plantea afirmaciones y ejercicios concretos que permiten tener la mente abierta y ante todo despertar, estimular y fortalecer la creatividad del hombre de cara a los retos que enfrenta en su vida cotidiana, a los cuales debe hacer frente dando lo mejor de sí, traduciendo sus capacidades, conocimientos y experiencias en resultados concretos.

A continuación, se presentan cinco de los ejercicios grupales que plantea la autora para estimular la creatividad y la innovación, y que a juicio personal, encienden con rapidez la chispa de la imaginación y permiten materializar las ideas generadas con anterioridad:

Haz preguntas críticas: Teniendo un problema en mente, hazte preguntas puntuales como: ¿Qué funciona?, ¿Por qué?, ¿Qué pasaría si…?, ¿Por qué no…?, ¿Qué funcionaría mejor…?, ¿Y ahora qué…?. Estos interrogantes claves además de hacernos ver más allá de los productos y/o servicios que estructuramos, ofrecemos o utilizamos para resolver problemas o satisfacer necesidades; facilitan el proceso de interpretación y análisis del entorno, y nos conectan con nuevas soluciones.

Divide un problema: Plantea un problema, una necesidad u oportunidad que represente un reto actual al que no se ha encontrado solución. Pide a las personas de tu equipo que lo definan y describan en oraciones sencillas, y lo desagreguen en diferentes partes, incluyendo sus causas y efectos. Luego de que cada persona o grupo analiza la situación, genera un espacio de discusión en el que se compartan las diferentes formas de resolver el problema e identifiquen soluciones conjuntas.

Combina elementos disímiles: Algunas de las más grandes innovaciones provienen de combinar dos cosas disímiles. La imprenta, que revolucionó nuestra civilización, fue una simple combinación de las prensas de vino y monedas. En ocasiones damos por hecho que todo está inventado y que no hay lugar para una innovación más, sin embargo, la solución a un problema puede estar más cerca de lo que pensamos. Podemos empezar con visualizar en detalle nuestro entorno, asociar algunos objetos en específico y pensar qué resultado puede obtenerse de dicha conexión. Los Modelos de utilidad, ampliamente reconocidos en el ámbito de la innovación y la propiedad industrial, son resultados de este principio.

Haz intercambio de roles: Permite que el equipo de trabajo reconozca que cada individuo cumple un rol importante en el proceso innovador, el cual funciona como un juego de relevos. Así, en un equipo podemos contar con una persona que genera las ideas, una segunda persona que selecciona las ideas factibles y más prometedoras para continuar el proceso, en el que otras personas refinan las ideas, las prueban, las someten a validación por parte de clientes y diferentes actores, las implementan y las ponen finalmente a disposición del mercado.

Busca gente creativa: Pide a cada participante que indague sobre pensadores o creadores que han cambiado, gracias a su aporte, la realidad en que vivimos. Documentarnos sobre la biografía de personas innovadoras como Einstein, Leonardo Da Vinci o Shakespeare, haciendo énfasis en sus competencias (conocimientos, habilidades, actitudes y aptitudes), hábitos y entorno en el que se desenvolvieron, pueden ser fuente de inspiración para nuestro desarrollo personal y estimular el ser innovador que llevamos dentro.