Por: Paola Janette Sánchez Navarro
Magíster en Educación
La educación es la base de la sociedad, es el pilar que sostiene a la humanidad; tan pertinente es su existencia, que como en la mayoría de los territorios, en Colombia es un derecho que debe ser garantizado. Por eso, el proceso de enseñanza-aprendizaje es fundamental para la formación del hombre, más si se tiene en cuenta que al pasar los años se va ampliando el conocimiento y se adoptan los principios que guiarán su vida.
Dentro del proceso de enseñanza, el maestro cumple un papel prioritario, ya que por medio de su quehacer, se genera el espacio para que el educando pueda aprender, lo cual es posible cuando el estudiante es capaz de aplicar su conocimiento en la cotidianidad; Para cumplir esta meta, se requiere un aspecto esencial por parte de los docentes y es la vocación, porque cuando el ser humano no ama lo que hace, todo se vuelve trabajo y dentro del proceso de aprendizaje de los educandos, ellos deben sentirse motivados, muchas veces gracias al educador que transmite esa pasión al momento de enseñar.
En este sentido, el aprendizaje es un elemento central pues como docente siempre existe un cuestionamiento sobre qué aprenden los estudiantes, qué pensamiento desarrollan, qué habilidades tienen y si en realidad las aplican efectivamente ante las situaciones que se pueden presentar dentro y fuera del aula de clase.
El pensamiento crítico debería ser una finalidad de los maestros, porque permite el dominio de ciertas habilidades que contribuyen al crecimiento intelectual; teniendo en cuenta, que el estudiante al finalizar su etapa escolar debería tener la capacidad de inferir, deducir, suponer, argumentar e interpretar, entre otras habilidades que se derivan del pensamiento crítico. Estas son habilidades que no se están evidenciandolo cual genera consecuencias perjudiciales en la educación de Colombia, que se ven reflejadas en las continuas evaluaciones institucionales y nacionales, generando a su vez una preocupación por parte de los maestros sobre su praxis, porque mientras cada uno realice con eficiencia su labor, se podrá entregar estudiantes que cuenten con las herramientas necesarias para ingresar a la educación superior y a la vida laboral.
Para tener claridad sobre este pensamiento, es fundamental citar el concepto de unos de los autores más influyente como es Ennis definiendo el pensamiento crítico:
“Como un pensamiento reflexivo y razonable que se centra en que la persona pueda decidir qué creer o hace. Este pensamiento es reflexivo, porque analiza resultados, situaciones, del propio sujeto o de otro. Es razonable, porque predomina la razón sobre otras dimensiones de pensamiento”.(pág. 3)
Con base en lo anterior, los maestros sin importar el área de enseñanza deberían fomentar en los educandos un pensamiento crítico que los ayude a trascender del conocimiento que adquieren y puedan aportar en cada campo de acción; aunque, los caminos sean diferentes, el individuo seguirá siendo parte de una sociedad que requiere cambios puntuales y solo podrá ser posible, si desde el aula se contribuye a formar personas integrales con un pensamiento crítico que los ayude afrontar cualquier circunstancias y dar soluciones ante las problemáticas que con el tiempo seguirán apareciendo.
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Nelson Mandela.